martes, 29 de septiembre de 2009

La llama olímpica

La primera llama olímpica se encendió por primera vez en Amsterdam en 1928. La razón es que el arquitecto neerlandés Jan Wils incluyó en el dibujo del estadio olímpico una torre y tuvo la idea de encender en ella una llama durante los juegos. En la ceremonia de apertura, el 28 de julio de 1928, un empleado de la empresa eléctrica de Amsterdam encendió por primera vez la llama de los Juegos Olímpicos de la era moderna en la torre entonces llamada Marathontower (y que se quedó conocida localmente como “cenicero de la KLM”).

Cuatro años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Verano de 1932, volvió a encenderse una llama durante los Juegos en el estadio de Los Angeles.

Durante la ceremonia de clausura se presentó una cita de Pierre de Coubertin que decía: “Que la Antorcha Olímpica siga su curso a través de los tiempos para el bien de la humanidad cada vez más ardiente, animosa y pura”

En los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, se realizó por primera vez una marcha de atletas para transportar una antorcha con la llama, desde las ruinas del templo de Hera en Olimpia, hasta el Estadio Olímpico de Berlín.

Actualmente se sigue con la tradición, pero ahora se busca una manera original y espectacular…

La llama olímpica deberá situarse en una posición elevada, claramente visible desde el interior del estadio principal y, cuando la arquitectura lo permita, igualmente visible desde el exterior del estadio.

El encendido de la llama en Barcelona fue espectacular…., pero hubo truco.

Un arquero disparó una flecha en llamas hacia el pebetero.

Bueno, eso creímos millones de personas.

Resulta que la flecha pasó por arriba y salió del estadio, al tiempo que alguien encendía el pebetero en forma directa

Según dicen, así estaba planeado.

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