Las rosas son originarias del valle entre el Tigris y el Eufrates, donde se dice que estuvo el Paraíso.
Aunque en la actualidad, la rosa se cultiva en prácticamente todo el mundo, las que enviamos esta semana han crecido en Ecuador, país especializado en el cultivo de una variedad muy especial por el generoso tamaño del capullo, el intenso colorido de los pétalos y la esbelta y arquitectónica estructura de los tallos.
De la rosa se aprovecha todo y para todo, en gastronomía y pastelería, aromaterapia, medicina, perfumería y cosmética, etc.
Las rosas aparecieron por primera vez en Europa en el siglo XII, traídas por los caballeros francos que regresaron de Jerusalén. Napoleón entregaba a sus oficiales bolsas con pétalos de rosas secos para disolverlos en vino blanco y curar heridas de guerra.
Las rosas son originarias del valle entre el Tigris y el Eufrates, donde se dice que estuvo el Paraíso.
La rosa es, sin lugar a dudas, la reina de las flores, la más conocida y apreciada entre las variedades de flor cortada, además de ser la flor más vendida, de lejos, en todo el mundo. Es difícil resistirse al misterio que tradicionalmente produce recibir un ramo de rosas.
En la actualidad, la rosa se cultiva en prácticamente todo el mundo pero las que enviamos esta semana han crecido en Ecuador, país que se ha especializado en el cultivo de una variedad muy especial por el generoso tamaño del capullo, el intenso colorido de los pétalos y la esbelta y arquitectónica estructura de los tallos.
Las rosas se pueden regalar solas (1 vara) o en ramo pero, en este caso, lo elegante es regalar un ramo con un número de rosas par. Tradicionalmente, cuando un caballero –o el amante bandido- regalaba rosas a su enamorada cogía una del ramo y se la colocaba en el ojal de la levita o la chaqueta, cerca del corazón, dejando el ramo en número impar.
A día de hoy, es difícil precisar cuántas variedades de rosas hay. La facilidad de cruzar especies para dar lugar a nuevas y originales flores han hecho proliferar de tal forma las alternativas que se calcula que pueden existir fácilmente más de 20.000 tipos de rosas distintas.
Originariamente crecieron, hace más de 4.000 años, en el fértil valle situado entre los ríos Tigris y el Eufrates, en Oriente Medio, justo donde tradicionalmente se situaba el Paraíso del Antiguo Testamento. De hecho, planchas de arcilla descubiertas en los templos de Ur (Irak) nos hablan del uso que el sultán de Bagdad hacía del agua de rosa destilada, del que utilizaba más de 30.000 ánforas al año para perfumar sus habitaciones privadas y su exclusivo harén.
A pesar de que los griegos ya conocieron y apreciaron esta flor hasta el punto de dedicarla a la diosa Afrodita por ser la belleza y el amor los símbolos de los dones de esta divinidad, Europa tuvo que esperar hasta la Edad Media, tras las Segundas Cruzadas, para conocer la expansión y el inicio del aún hoy reinado de la rosa. En aquella época, los cruzados que defendieron Jerusalén del ejército del general musulmán Salah-al Din (más conocido por Saladino), regresaron a Europa tras la caída de la ciudad sagrada trayendo consigo esquejes de una nueva planta que habían descubierto en los jardines monásticos orientales y que los monjes cultivaban por sus propiedades medicinales. Por su parte, el mismo general sarraceno también utilizó esta flor, enviando caravanas con cientos de camellos cargados de agua de rosas que fue utilizada para limpiar y purificar las mezquitas que habían sido ocupadas por los cristianos.
En Inglaterra la rosa fue el emblema de una guerra, la denominada Guerra de las Rosas, que enfrentó durante más de 30 años a las poderosas e influyentes casas nobiliarias de Lancaster (conocida como rosa roja) con la finalmente victoriosa casa de York (que se vinculó con la rosa blanca).
Hasta el siglo XIX se pensaba que los pétalos secos de las rosas tenían misteriosos poderes medicinales, lo que llevó a Napoleón a entregar a sus oficiales bolsas con pétalos de rosas para disolverlos en vino blanco en caso de que tuvieran que curar infecciones producidas por heridas de guerra.
De la rosa se aprovecha todo y para todo. Es una de las flores más utilizadas en gastronomía y pastelería tanto para decorar como para comer o destilar y aplicar la esencia en bollos, pasteles y dulces de todas las clases. En aromaterapia, la esencia de la rosa es una de las preferidas para inciensos, velas, conos, bouquets, poutpourris y ambientadores. En perfumería y cosmética es esencial para todo tipo de aplicaciones: ungüentos, cremas, perfumes, aguas, esencias puras. En medicina, la rosa ha sido utilizada con éxito para curar achaques y males como constipados, tratamientos de insomnio o carencia de vitamina C.
El aceite de rosa está especialmente recomendado para reducir los niveles de colesterol y el agua de rosas es un poderoso aliado para la piel y su tratamiento, por sus efectos astringentes y limpiadores.
Es una de las pocas flores que tiene su propia festividad: el 23 de agosto, Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina, los floristas, los jardineros y todas las Rosas, Rosalías, Rosanas, Rosarios…
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miércoles, 27 de enero de 2010
Rosas Pitiminí o ramificadas mixtas
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