No importa si tiene simplemente un cubículo o una oficina de esquina, su lugar de trabajo dice mucho de usted. El hecho es que una oficina con ventana, o un recinto pequeño con divisiones, no siempre equivale a un estatus alto en la empresa. Es más bien cuestión de suerte. Se debe con humildad, y no ansiedad, esperar que llegue el turno de un sitio mejor. Cuando un visitante entra en su cubículo, usted no debe quedarse sentado detrás del escritorio, sino acercar la silla a la persona para así crear un ambiente amistoso.
De lo contrario, muestra una situación formal, inclusive los jefes hacen lo mismo para expresar camaradería. Consejos prácticos: a) Si su oficina es de puertas y ventanas, mantenga la puerta abierta a menos que exista una razón legítima para cerrarla, por ejemplo, si necesita intimidad para discutir un tema confidencial. b) Respete la privacidad de los demás. Absténgase de estar revisando los faxes que llegan y que no le pertenezcan. Cuando use la fotocopiadora y encuentre una hoja que por olvido haya dejado otro empleado, resista su curiosidad de leerlo, y simplemente entrégueselo a dicha persona, afirmando que no lo ha leído, pero que sabía era algo importante. c) No abuse del privilegio de estar en una oficina de puerta cerrada para hacer llamadas personales todo el tiempo, su empleador lo ha contratado para que se dedique a su trabajo. d) Nunca, por enojo, tire la puerta. Es un acto que verdaderamente molesta a los demás compañeros. Déjela caer con suavidad para no perturbar a los otros que están concentrados en su labor. El comportamiento en un cubículo demuestra su personalidad, su capacidad para acostumbrarse al ambiente y el hecho de que no le gusta lamentarse. Esta actitud positiva siempre la tienen presente los gerentes para darle un aumento de sueldo. Mantener una postura tranquila y pasiva no significa en lo absoluto que es un individuo débil, más bien es que posée un gran sentido de adaptación y que es realista desde el punto de vista comercial. Eso no le quita el deseo de expresarle a su jefe que a la menor oportunidad que surja, lo tenga en cuenta para cuando haya la posibilidad de otro espacio de oficina. f) Si tiene una voz excepcionalmente alta, trate de cambiarla a un tono más bajo. Muchas personas tienden a subir el metal de voz inconscientemente cuando hablan por teléfono. Aunque parezca una recomendación algo tonta, no está de más colocar una nota que le recuerde guardar las formas de consideración hacía su vecino de oficina y modular su voz. g) No grite para llamar a un compañero que camina por el pasillo, levántese y, si no puede en ese momento, espere a que llegue a su escritorio para utilizar el teléfono. i) Con toda educación y cortésmente, dígale a su colega que necesita silencio. Tenga presente que el menor resentimiento puede convertirse en una gran discusión y hasta llegar los ánimos a caldearse. Es preferible utilizar las buenas formas, aunque esté en todo su derecho de reclamar. Deberá predicar con el ejemplo.
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