domingo, 27 de noviembre de 2011

Protocolo para el baño público

¡Tanto lío por ir al baño! Ahora muy suelto de cuerpo el tipo -yo- pretende describir, caracterizar o hasta establecer normas de conducta y bonhomía y bonfemenía justo en el baño. ¿Hay que saludar? ¿Hay que comentar algo? Les aclaro que vengo rapidito.




En los baños se pueden verificar a diario situaciones equívocas o, peor, inequívocas. Los vagos en general somos despreocupados seres que, como los camioneros, queremos llegar, descargar e irnos. Y jamás nos ponemos a pensar qué normas de conducta hay que sostener (a lo mejor la elección del verbo no es la mejor para este caso, pero ya está...) tanto con la persona que ya está instalada en el baño público o con la que ingresa. ¿Hay que saludar?

Uno descuenta que si el baño es público en un lugar -un no lugar dicen los semiólogos- como un aeropuerto o una terminal de colectivos, donde está lleno de desconocidos, uno está desobligado y hasta despreocupado, pisha y se va y a otra cosa. Pero cuando el baño es público pero de ámbitos acotados, con personas conocidas, ya se complica porque las conversaciones que los hombres mantenemos en el baño son totalmente inarticuladas, monosilábicas y se adelgazan hasta el silencio.

Como principio general, podemos anticipar que los varones tenemos charlas episódicas o nulas en los baños, somos parcos, compungidos, con una falsa sequedad varonil, una cuestión de código que determina una conducta tipo espartana.

Mientras que las mujeres -me contaron mis informantes, por supuesto- manifiestan una tendencia contraria y toman al baño como un confesionario on line, aunque quien esté enfrente sea una total desconocida. Es la oportunidad histórica para despacharse encima gratis contra el cretino del ex, que ahora sale con una más joven. Dicen ellas en su defensa que hablan de muchos temas, algunos incluso importantes o íntimos, porque están más tiempo y porque van más al baño. Hay largos momentos de espera y entonces se puede desgranar una conversación sobre varios temas. Ni hablar que a veces en los baños de mujeres se decide la suerte de los matrimonios, hay una marcación territorial implacable y hay revelaciones que luego una mujer debe sostener como una duquesita a puro maquillaje y actuación.

Los baños de varones funcionan casi como una pared en la que uno llega y rebota; en el caso de las mujeres, como un colchón: se instalan.

Pero concentrémonos en el baño de los hombres. Por ejemplo, cabe la terrible pregunta: ¿Hay que saludar a un par -tampoco es muy feliz la elección de esta palabra- que ya está en boxes, bien plantado y ocupado en sus asuntos? Y si saludamos, ¿qué decimos? Y si decimos, ¿cómo lo decimos? ¿Hay que mirarlo al tipo o no? Los comentarios pueden resumirse en dos grandes grupos: los climáticos que siempre te sacan del paso, con el agregado de una puteada que deje en claro nuestra pertenencia (¡Qué humedad de mierda!) o los fisiológicos, del tipo “no aguantaba más”. He podido comprobar que ese intercambio de cortesía tiene una formulación de clausura y no pretende instaurar diálogo alguno. Cortita y al pie.

También que, si no saludaste o dijiste algo de entrada, después el silencio sólo será cortado por el tintinear de las naftalinas o lo que fueran esas bolitas (no es la mejor elección, no es la mejor elección...) o por el pautado deslizamiento del agua en las paredes de los mingitorios. Ese silencio ominoso, quizás puede cortarse recién en el lavado de manos. Y si no, a pesar de que se trate de conocidos, silencio hasta el final y aquí no ha pasado nada.

Otra cuestión es la de las puertas cerradas. Uno viene sólo a hacer pis y charla de algún tema con la persona que está al lado y de golpe se da cuenta que una de las puertas donde reina el inodoro está cerrada. ¿Quién hay del otro lado? ¿Se puede hacer un comentario estúpido? ¿Hay que seguir criticando al jefe de sección? ¿El jefe de sección viene a este baño? ¿Es él quién está del otro lado? ¿Hay que silbar, nomás? La vida está llena de preguntas esenciales, muchas de las cuales estarán debidamente respondidas en el libro que estoy escribiendo, de manera de que todos puedan actuar como corresponde en los baños. Me da la sensación que me va a ir...mal (palabra ultrecorrecta) o para el lado de los tomates (metáfora piadosa) con este emprendimiento. Y después charlamos sobre lo que podés hacer con el protocolo. Y que te recontra.
TEXTOS.NÉSTOR FENOGLIO. nfenoglio@ellitoral.com. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. lszewski@yahoo.com.ar./www.ellitoral.com/

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