jueves, 1 de octubre de 2009

¿POR QUÉ A VECES NO NOS COMPORTAMOS DE MODO SOCIALMENTE COMPETENTE?

En el punto anterior se ha explicado cómo las habilidades sociales se aprenden a través de varios mecanismos de aprendizaje, desde que somos muy pequeños. Es lógico pensar, por tanto, que las dificultades en la relación con los demás se deben a que el aprendizaje no ha sido el más adecuado. Se pueden dar diversas situaciones que explican las dificultades de las personas en competencia social:

• Que no sepamos resolver una determinada situación de forma satisfactoria porque no hayamos aprendido a hacerlo . Por ejemplo, una persona puede no lograr defender sus propios derechos u opiniones en una reunión de trabajo por no haberlo hecho nunca antes, no haber recibido indicaciones de cómo hacerlo, o no haber visto a nadie hacerlo antes.

• Que tengamos en nuestro repertorio conductual una o varias habilidades sociales, pero no sepamos cuándo utilizarlas para que la otra persona se muestre receptiva: las dificultades en las relaciones sociales radican en ocasiones en no saber buscar el momento adecuado. Pensemos, por ejemplo, en la expresión de sentimientos; si no lo hacemos en el momento adecuado, los demás pueden sentirse violentos o incómodos. Una crítica a un compañero de trabajo, o a nuestra pareja, llegará a mejor puerto si la hacemos cuando esas personas están receptivas (relajadas, de buen humor…) A veces el error lo cometemos por defecto: los demás nos envían señales de querer comunicarse con nosotros (una mirada, nos hacen preguntas, etc.) y no las interpretamos como interés hacia nosotros.

• Que nos pongamos excesivamente nerviosos en determinadas situaciones de interacción social y eso nos impida pensar y actuar como quisiéramos. La ansiedad en las relaciones sociales es un problema para muchas personas; la ansiedad suele ser situacional, es decir, generalmente nos ponemos nerviosos/as en unas situaciones y no en otras. Para muchas personas el nivel de activación se eleva muchísimo cuando tienen que hablar con un superior en el trabajo, y sin embargo, no les supone ningún problema relacionarse con sus amigos. Aprender a relajarse, pues, es la solución más adecuada para algunas personas que se encuentran con dificultades de relación social.

• Que no estemos motivados para comportarnos de otra manera , porque no sean reforzantes para nosotros las relaciones interpersonales. Generalmente esta cuestión no es del todo cierta; salvo en excepciones, cercanas a la psicopatología, las personas siempre deseamos mantener uno o varios vínculos. La falta de motivación suele ser selectiva; pensemos en jóvenes que tienen verdaderos problemas de relación con sus familias; es posible que con sus amigos sí que traten de mantener una comunicación fluida, aunque sea con sus propios códigos y estilo.

• Que dispongamos de un sistema de creencias erróneas acerca de la competencia social y/o acerca de nuestros derechos : algunos ejemplos de ideas incorrectas que suelen estar relacionadas con las dificultades de relación son:

• “Yo no valgo para pedir favores”

• “Los jefes nunca hacen caso”

• “No suelo caer bien. No merece la pena que trate de conocer gente nueva en esa fiesta”

• “No debería equivocarme, así no tendría que pedir tantas disculpas”

• “Es absurdo que esté sintiendo esto”

• “Las personas no cambian; cada uno dice las cosas a su manera”

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