El Rey se puso la mano en el corazón y rompió sus propios protocolos; en medio de las invocaciones académicas a la Elocuencia y a la Poesía, antes de leer el discurso formal con el que cerraba el acto de presentación de la Nueva Gramática de la Lengua Española, dijo simplemente el Monarca: "Gracias, gracias, gracias", y declaró, sencilla pero enfáticamente, que estaba emocionado. Y siguió, antes de dar lectura a los papeles que tenía en la mano: "Me emociona y me enorgullece que estemos todos juntos haciendo un esfuerzo por nuestra lengua".
Era, eso quiso decir, un acto histórico, porque después de mucho tiempo en que las academias hispanoamericanas (la primera, la Española, y las que fueron surgiendo en la América que habla español) echaron a andar, por fin aparece una Gramática "de todo el español", como reza el eslogan con el que se han puesto a la venta los dos volúmenes, editados por Espasa Calpe; una gramática que sirve a todas las comunidades y que recoge de todas las particularidades que constituyen la esencia de un idioma global, que necesitaba, dijo Víctor García de la Concha, director de la Española, "de una gramática a la altura de las grandes lenguas de nuestro entorno".
No fue el Rey el único que declaró ese entusiasmo emocionado por un acontecimiento académico cuya trascendencia él quiso realzar saltándose el protocolo; la breve intervención con la que el académico Miguel Delibes celebró desde un vídeo la conclusión del proyecto de sus compañeros levantó a la gente, académicos, escritores, fuerzas vivas, de la formalidad de sus asientos. Delibes no asiste a la Academia desde hace dos décadas al menos, pero su intervención de ayer fue la de un entusiasta miembro de la Casa, feliz, dijo, de que muchas de sus palabras constituyeran parte de las referencias con que aparece esta gramática de todos...
Él aprendió en Castilla esa bella lengua, y la escuchó luego "a los viejos desdentados", y tan solo ha querido trasladar en sus obras lo que un día escuchó en caminos y valles y en las calles donde sigue viviendo, aunque ya el cuerpo, anunció el autor de La sombra del ciprés es alargada, ya no le está dando tanto de sí. Delibes mostró "el orgullo" por el trabajo "ímprobo" de sus compañeros, y trasladó a la sala, sin solemnidad, como él habla, la verdadera trascendencia popular del proyecto. "La lengua nace con el pueblo; que vuelva a él, que se funda con él porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua".
El salón estaba abarrotado. Y había, en efecto, la sensación de que no sólo se estaba inaugurando una nueva gramática que constituye un hito, porque jamás hubo un instrumento así para "los quinientos millones de hispanohablantes", como dijo Mario Vargas Llosa desde otra intervención grabada. Había también la constancia de que acaso éste es un acto central entre todos los que en el futuro inmediato van a conmemorar las independencias hispanoamericanas.
En el estrado, junto al Rey, los académicos de las distintas academias hispanoamericanas, y los académicos españoles. Víctor García de la Concha, director de la Española y presidente de la Asociación de las Academias, relató el sentido hispanoamericano que ha tenido el proyecto, desde la lejana inspiración de don Ramón Menéndez Pidal hasta el impulso definitivo que hace una docena de años marcó su antecesor en la dirección de la Academia, "el llorado Fernando Lázaro Carreter".
Pero fue García de la Concha, según dijo Ignacio Bosque, director del proyecto que ahora concluye, "el capitán, el cómitre" de "este esfuerzo colectivo", que ha tenido tantas etapas como descubrimientos; entre éstos, los de la capacidad que han tenido los académicos de habla española de ponerse de acuerdo para dotar a la lengua de un instrumento global que ahora ya empieza a marcar una etapa. Es un material, cuatro mil páginas en total, en el que se ofrece la gramática para "el español de todo el mundo", como señaló el director de la Academia Española de México, José Moreno Alba.
Cuatro mil páginas. El Rey, mientras se desarrollaba el acto, miraba constantemente los dos volúmenes que le entregó García de la Concha. A veces miraba el índice, y comentaba con el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, aspectos de su contenido; verdaderamente regocijado parecía que el Monarca no veía la hora de intervenir para decir justamente eso, que estaba encantado, y que sabía que éste era, para él, continuador de otros monarcas imprescindibles en la historia formal de las Academias, un momento especialmente histórico. Hasta que lo dijo.
Dirigiéndose a él, antes, el director de la Academia le dijo que mucha gente pensaba que esta Gramática "es un milagro". Y lo es, subrayó García de la Concha. "Es un milagro". El Rey la tomó al peso, y empezó de nuevo a hojearla. Como quien pesa un milagro.
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martes, 15 de diciembre de 2009
El Rey y Miguel Delibes dan emoción a la Nueva Gramática
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