domingo, 22 de julio de 2012

Etiqueta y protocolo en la oficina Lietty Raventós

La etiqueta y el protocolo no son simplemente para enseñarnos los buenos modales a la mesa. Es precisamente en el ambiente laboral donde se ponen a prueba todos los días el grado de educación y la cortesía de los propios jefes y de sus empleados. Detalles tan sencillos como dar las gracias, pedir siempre “por favor” y saludar, se omiten más de lo que pensamos. Gestos tan pequeños como respetar el espacio del compañero o hablar con un tono de voz bajo, a veces tienden a olvidarse.


De ahí la importancia de estar informado en estos aspectos. a) Imaginemos este escenario: Sus compañeros gritan en lugar de hablar, hacen ruido, no utilizan el teléfono fijo sino que siempre reciben llamadas en el móvil o celular, y se levantan constantemente de sus asientos. ¿Qué hacer en momentos como estos, sin dejar saber que se siente molesto? Lo correcto es intentar buscarle una solución constructiva. El ambiente contagioso existente, lleno de ruidos, es obvio y está generalmente considerado como una contaminación auditiva, siendo además la causa de la improductividad en las empresas. Este motivo hace que los empleados, cada vez que escuchan un sonido, se voltean para mirar.

Se pierde tanto tiempo, que las horas suman y suman y tienen que quedarse a trabajar después del horario normal, o no dar cumplimiento en su ocupación. Por lo dicho, se deberá generar pautas tales como establecer rutinas para recoger el correo, horas de salir a comer, etc. b) Por otro lado, existen aquellos empleados o ejecutivos que no saludan o no responden cuando reciben un saludo. La sugerencia es no tomarlo como un desaire personal. Hace algún tiempo me contaron que había un ejecutivo de una empresa que no quería compartir el ascensor con los demás subalternos. Se comenzó a rumorear que esa persona no saludaba a nadie y que era muy antipático.

Cuando intenté investigar, la respuesta fue que por motivos de seguridad había ciertos cambios dentro de la política de la compañía que no le permitían subirse en el ascensor con otras personas. Es posible que se construyan ideas erróneas del por qué alguien no contesta un saludo o por qué tiene esa actitud. c) También están los compañeros que dejan con la palabra en la boca, y los que ignoran cualquier pregunta que se haga. Ahí se ve a las claras que algo sucede. Lo mejor será salir de dudas y confrontarlo así:

¿Qué pasa que no me contestas? ¿Está todo bien contigo? De esta forma, no podrá escapar de su interrogación. d) Existen también los que no piden por favor. Como regla elemental, las palabras “gracias” y “por favor” son fundamentales y abrirán las puertas a donde vaya. En nuestras costumbres cálidas, se requiere de un buen trato y amabilidad. e)

Por último, con respecto a aquel compañero de trabajo que sea en exceso confianzudo, que vaya haciendo comentarios de la vida personal de los demás, lo más adecuado será siempre mantener el respeto a lo privado, que debe observarse en todas las culturas, organizaciones y escenarios. Si se da cuenta de que habla de usted, se recomienda establecer un límite de tolerancia y, con tacto y voz firme, decirle: “He pasado mucho en mi vida personal, por favor, te ruego no continúes con habladurías de mi persona”.•


 Lietty Raventós de Pubillones

http://www.elnuevoherald.com/

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