jueves, 26 de enero de 2012

Cada uno de nosotros puede llegar a ser su propio maestro Marcela Lorca

Aquel que espera que su maestro le solucione los problemas, le diga cómo tiene que actuar y qué decisiones tomar, equivocó la ruta.

Hace un par de semanas, los estudiantes de una escuela a la que pertenezco, creamos nuestro año. Diseñamos estación por estación los sueños para el 2012, les dimos vida y los echamos a rodar como nos enseñó nuestro maestro.


Algunos siguieron vía streaming la creación del año dirigida directamente desde la escuela en ubicada en Estados Unidos. Otros recogimos las enseñanzas del maestro y enfocándonos en nuestro objetivo, asumimos el desafío de manera creativa, con nuestras propias herramientas. El objetivo: que lo que suceda este año nos tenga como co-creadores y no como sujetos a los que simplemente la vida “les pasa”. Increíble experiencia, que nos permite enfocarnos en las distintas dimensiones de nuestro ser y ponernos en el futuro, de la manera en que soñamos que sea.



También hace unos días, en una reunión familiar en Villarrica, me enteré que en Temuco existe una comunidad de discípulos de Eric Perl, dirigidos por una joven maestra que recibió la enseñanza como un regalo. Después de conversar un rato acerca de los distintos mensajes que había transmitido la maestra, me consultaron qué pensaba acerca de ellos. Me acordé de las sencillas enseñanzas de don Miguel Ruiz en “Los Cuatro Acuerdos”: “No le creas a nadie”, dice él. Y me acordé también de mi propio maestro, que lanza escupitajos al suelo y habla con palabrotas, para que nadie asocie su imagen a la de un dios angelical, pues no quiere que nadie lo convierta en objeto de adoración.

El estudiante, dice, no se ilumina hasta que hace suyo el mensaje. Esto significa que no se trata de seguir ciegamente las instrucciones del maestro, sino entender realmente qué hay detrás de ellas. Aquel que espera que su maestro le solucione los problemas, le diga cómo tiene que actuar y qué decisiones tomar, equivocó la ruta. Raramente un verdadero maestro dará solución a los problemas de sus estudiantes. Así no se aprende ni evoluciona. El verdadero guía tiene la magia despertar al maestro interior. Esa voz profunda que sube y escapa por la garganta en forma de certeza o rechazo frente a lo que se plantea.

Transformarse en la experiencia

Crear el año es una forma de madurar. De plantarse frente a la vida y mostrarle una hoja de ruta. Y no se trata de cerrarse a las nuevas posibilidades ni planificar segundo a segundo para tener todo bajo control. El control no existe, sólo la decisión soberana de ser artífice de nuestro destino, aunque no se tenga muy clara la manera en que se forja.

En su libro “El Dedo y la Luna”, Alejandro Jodorowsky plantea diversos koan, en que los discípulos quedan perplejos con las respuestas del maestro. En varias de ellas, al ser interrogados por éste, son castigados por dar una respuesta errónea… ¡y el maestro responde luego de la misma manera!

La explicación para ello, es que cuando se hace una pregunta, no se recibe de eso más que una respuesta verbal. Sólo la experiencia puede darle verdad a una respuesta. Cualquier otra es resultado sólo de una elaboración lógica o intelectual. Ese es el salto que debe dar el aprendiz, pasar de una enseñanza a una experiencia, que finalmente se convierta en luz para el ser.

Gracias a la experiencia, a la creación y a escuchar nuestra voz interna, ya no podemos culpar a nadie por lo que nos sucede. Y así nos enfrentamos a la cruda realidad de ser responsables de nuestro destino.
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Foto: AsiSea
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