viernes, 20 de noviembre de 2009

Proceso y desarrollo de un grupo: qué es un equipo

El proceso de formación y desarrollo grupal es bastante homogéneo, y que modifica la conducta individual, los procesos grupales y las relaciones que se establecen con otros grupos. Seis estadios que configuran la totalidad del proceso de formación y desarrollo del grupo:



Periodo de descontento: En él, los individuos que abarcarán formando el nuevo grupo, pertenecen a un grupo en el que experimentan un fuerte sentimiento de indefensión. Sus necesidades no son atendidas, la tasa de abandono del grupo es alta y la participación en las actividades grupales prácticamente inexistente. Todavía no se percibe en este momento una oposición fuerte a la estructura de poder del grupo. Ello hace que quienes lo detectan conserven cierto margen de maniobra para paliar, si no eliminar, el descontento. En este periodo se constatan también actos esporádicos de violencia incontrolada y de vandalismo.


Suceso precipitante: Proporciona la señal para la formación de un nuevo grupo y el abandono del antiguo. Por su claridad y por su carácter distintivo, sirve como símbolo de todo lo negativo asociado al grupo anterior y separa a quienes le siguen leales de quienes propugnan una ruptura. Aunque en ocasiones, puede originar represión por parte de la antigua estructura de poder, abre, expectativas razonables de un cambio en la situación.


Identificación con el grupo: En sentido estricto, marca el inicio del grupo recién formado. Se establecen fuertes barreras frente a otros grupos. Por un lado se fomenta la conformidad a las normas grupales, se censura cualquier divergencia dentro del grupo y se esperan muestras públicas de lealtad al grupo. Por otro, se estimula la competición con exogrupos y se restringen los contactos con sus integrantes. La pertenencia al grupo adquiere un gran peso en la identidad del individuo.


Productividad grupal: Los principales protagonistas de esta fase son los objetivos grupales. Comienzan a surgir diferencias entre los integrantes del grupo de acuerdo con sus capacidades para llevar a cabo las tareas que permitan alcanzar esos objetivos. Éste es el criterio que guía también la selección de los candidatos a formar parte de un grupo. Sin embargo, pese a estas diferenciaciones, el reparto dentro del grupo sigue reglas de igualdad: cada uno recibe lo mismo que los demás. Independientemente del número o valor de sus contribuciones. Se admiten relaciones de cooperación con otros grupos si esto redunda en beneficio de la consecución de los objetivos.


Individualización: la consecución de objetivos individuales adquiere preeminencia. El deseo de reconocimiento personal crece pero sin llegar todavía a los intentos de destruir el grupo. Ahora bien, comienzan a aparecer subgrupos y se elaboran nuevas normas de reparto, que ahora enfatizan a la equidad: a cada uno, según su contribución. La actitud hacía los exogrupos cambia radicalmente: ahora se busca de manera activa una interacción cooperativa con ellos e incluso se exploran las posibilidades de entrar a formar parte de ellos.


Declive grupal: Se caracteriza por la aparición de dudas con respecto al valor del grupo, la desconfianza que inspiran muchos miembros del grupo y las luchas entre subgrupos. Ya no se teme el rechazo del grupo, entre otras cosas porque en este estadio el grupo ya no resulta tan vital para el autoconcepto de la persona individual. Las personas del grupo que tienen habilidades que pueden ser apreciadas y valoradas por otros grupos son las que comienzan a desterrar en primer lugar. Esta debilidad del grupo es percibida con claridad por los exogrupos rivales que intentan sacar partido de ella fomentando el abandono de los miembros.

Equipo: Es un medio eficaz para que la administración democratice su organización y aumente la motivación de sus empleados.

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